Frases de San Agustín de Hipona

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Te presentamos 33 de las mejores frases de San Agustín de Hipona, doctor de la Gracia y de la Iglesia Católica. A través de sus reflexiones, se puede notar su amor por Dios, que era el centro de su vida. Algunas de estos pensamientos los recogimos para ti de las obras Ciudad de Dios, Confesiones y sus Sermones, entre otras. Esperamos que disfrutes de ellas.

Frases de San Agustín de Hipona

San Agustin frases

«Deberíamos siempre preferir el combate, aunque sea duro, a ceder a los vicios y a arrojarnos en sus brazos».

Ciudad de Dios XXI, 15
  • «Aunque la muerte de los seres más queridos, pinche más blanda o más duramente en la vida de los mortales, sin embargo, preferimos verlos morir a verlos desertar de la fe o de las buenas costumbres, que es morir en el alma». (CdeD, XIX, 8).
  • «¡Cuánta será la dicha de esa vida, en la que habrá desaparecido todo mal, en la que no habrá bien oculto alguno y en la que no habrá más obra que alabar a Dios, que será visto en todas las cosas!». (CdeD XXX, 1).
  • «Mejor es combatir los vicios que dejarse dominar sin ningún choque. Mejor es la guerra con la esperanza de la vida eterna que el cautiverio sin esperanza de libertad». (CdeD XXI, 15).
  • «Todo hombre no es más que un guarda fiel de los mandamientos de Dios, y quien no es esto no es nada. Porque toda obra, es decir, lo hecho por el hombre en esta vida, buena o mala, Dios la ve y no la desprecia ni se olvidará de ella cuando juzgue». (CdeD XX, 3).
  • «Como caímos por el pecado de un solo hombre en una miseria tan deplorable, así arribaremos por la gracia de un solo hombre, que a la vez es Dios, a la posesión de nuestro bien soberano». (CdeD XXI, 15).
  • «Para saber qué es cada pueblo, es preciso examinar los objetos de su amor». (CdeD XIX, 24).
pensamientos de san agustin
  • «Señor, el que te deja, ¿adónde va, adónde huye sino de ti?». (Conf. IV, 9, 14).
  • «Nos enemistamos como si pudieramos causarle a otro una devastación mayor que la que a sí mismo se causa siendo su enemigo». (Conf. I, IV, XXVIII, 2).
  • «Dichoso el que te ama a ti, y a su amigo en ti, y a su enemigo en ti; pues el único que no pierde a sus seres queridos es el que los quiere y los tiene en Aquel que no se pierde». (Conf. IV, 9, 14).

«Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo».

Conf. X, 27.38
Frases de San Agustín.
Retrato más antiguo conocido de san Agustín. Fresco del siglo vi, en el Palacio de Letrán, Roma.
  • «Perezcan a tu presencia, ¡oh Dios!, como realmente perecen, los vanos habladores y seductores de inteligencias, quienes, advirtiendo en la deliberación dos voluntades, afirman haber dos naturalezas, correspondientes a dos mentes, una buena y otra mala». Una clara crítica a los maniqueos, con los cuales Agustín permaneció cerca de diez años en carácter de oyente.
  • «¡Oh Dios de las virtudes!, conviértenos y muéstranos tu faz y seremos salvos. Porque, adondequiera que se vuelva el alma del hombre y se apoye fuera de ti, hallará siempre dolor, aunque se apoye en las hermosuras que están fuera de ti y fuera de ellas, las cuales, sin embargo, no serían nada si no estuvieran en ti».

«Con el dardo de tu palabra heriste mi corazón y te amé».

Conf. X 6, 8
  • «¿Dónde estaba yo cuando te buscaba? Tú estabas delante de mí; pero yo me había retirado de mí mismo y no me podía encontrar. ¡Cuánto menos a Ti!». (Conf. V, 2.2).
  • «Escucha, Señor, mi súplica para que mi alma no se quiebre bajo tu disciplina, ni desmaye en confesar las misericordias con las que me sacaste de mis pésimos caminos». (Conf. I, 15.24).
  • «¿Qué hay más sin valor que un hombre sin Dios?». (Serm. 348, 2)

«Si tienes fe, lo primero que has de hacer es alimentar a tu alma».

Serm. 106, 4
  • «El júbilo es un sonido que indica la incapacidad de expresar lo que siente el corazón. Por tanto canta con júbilo. Este es el canto que agrada a Dios, el que se hace con júbilo». (Serm. 32, I, 7.8).
  • «María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo». (Serm. 25, 7, 8).
  • «De mío no tengo sino tinieblas; pero Tú eres la Luz que ahuyenta las tinieblas y me iluminas». (Serm. 67, 8).

«Cree lo que aún no puedes ver para merecer ver lo que crees».

Serm. 301, 9
  • «¿Qué cosa es la limosna? Una misericordia. Ten pues misericordia de tu alma para ser grato a Dios. Haz esta limosna; ten misericordia de tu alma, y serás grato a Dios. Tu alma está delante de ti como un mendigo; recógete a tu interior». (Serm. 106, 4).
  • «Dos son las cosas que atraen o empujan al pecado a los hombres: el placer o el dolor. El placer atrae, el dolor empuja. Al placer hay que oponer la continencia; al dolor, la paciencia». (Serm. 283, 1).

«Hágate Dios vencedor de ti mismo. Suplícaselo, y lo hará. Más desea Él le pidamos esto que la lluvia».

Serm. 57, 13
  • «¿Te extrañas de que el hombre posea la vida eterna? ¿Te admiras de que el hombre llegue a la vida eterna? Extráñate, más bien, de que Dios llegó hasta la muerte por ti». (Serm. 342, 5).
  • «Dios, separarse de ti es caer; volverse a ti, levantarse; permanecer en ti es hallarse firme». (Sol. I,1, 3).
  • «La limosna más excelente es compadecerse el pecador de su alma y vivir rectamente. El que quiere ordenadamente dar limosna, debe empezar por dársela a sí mismo. Pues la limosna es una obra de misericordia». (T. Apolog. IV, XVI, 76).
  • «No se debe considerar la acción que se realiza, sino la intención con la que se realiza». (SDLM II, XIII, 46).

«La verdadera libertad consiste en la alegría del bien obrar».

T. Apolog. IV, IX, 30
  • «El Hijo de Dios se hizo hombre visible a los ojos del cuerpo para que, creyendo en Aquel que podían ver los ojos del cuerpo, fueses curado para ver al que no podías ver espiritualmente». (Ev. Jn. Trat. XIV, 12).
  • «Transformaos en Cristo y que se fortalezca vuestra fe, y permaneced siempre en vela y en el ejercicio de las buenas obras. No os separéis nunca del leño, que es el único medio de pasar el mar». (Ev. Jn. Trat. II, 16)
  • «La autoridad puede ser divina y humana; la divina es la verdadera, firme y suprema. La autoridad humana, en cambio, engaña muchas veces». (De Ord. II, 9, 27).
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Foto de portada de Louis Comfort Tiffany bajo licencia CC BY-SA 3.0.

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