Biografía de Jenofonte de Atenas

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En este artículo te acercamos un breve biografía de Jenofonte de Atenas. Discípulo de Sócrates y amigo de Ciro el Joven, Jenofonte de Atenas tuvo una vida agitada tanto en lo político como en lo militar. Además, dejó una extensa obra que abarca diversos géneros. Hay quienes niegan que sea filósofo, por no haber desarrollado un sistema ni haber fundado escuela. Otros lo catalogan como historiador, formando una triada un tanto ficticia junto a Heródoto y Tucídides. Al margen de estas discrepancias, sin duda Jenofonte fue un excelente cronista de su época.

Biografía de Jenofonte

Encuentro con Sócrates y los Recuerdos

Jenofonte nació en Erquia, demo de Atenas, hacia el 430 a. C. En su juventud tuvo el privilegio de estrechar lazos con Sócrates, sin dudas uno de los puntos que toda biografía de Jenofonte destaca. El escritor Diógenes Laercio, en su obra Vidas de los más ilustres filósofos griegos, nos narra cómo se conocieron:

«Dicen que habiéndolo encontrado Sócrates en una callejuela, atravesó el báculo y lo detuvo. Preguntóle dónde se vendían las cosas comestibles, y habiéndoselo dicho, le preguntó de nuevo: «¿Dónde se forman los hombres buenos y virtuosos?». A lo cual, como Jenofonte no satisficiese de pronto, añadió Sócrates: «Sígueme y lo sabrás». Desde entonces se hicieron amigos».

Diógenes Laercio, Vidas de los más ilustres filósofos griegos. Traducción de José Ortiz y Sainz (1792)

A partir de los encuentros con Sócrates, Jenofonte realizó una obra referida a las enseñanzas del filósofo. El conjunto de esos escritos es conocido con el nombre de Memorables o Recuerdos de Sócrates. En ellos, Jenofonte muestra a un Sócrates de todos los días, a diferencia del que presenta Platón, que tiene un trasfondo filosófico más elevado. Así, el Sócrates jenofonteo además de preocuparse en alejar a sus amigos de la impostura y acercarlos a la vida virtuosa, aconseja «evitar los aperitivos que invitan a comer cuando uno no tiene hambre y beber cuando no se tiene sed».

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Jenofonte estuvo ausente durante el juicio y la muerte de Sócrates por encontrarse participando en la famosa Expedición de los Diez Mil, que duró dos años (401 a. C. – 399 a. C.). A causa de esto, tuvo que recurrir al testimonio de algunos miembros del círculo socrático para escribir su Apología de Sócrates.

Jenofonte guerrero

En el año 401 a. C., Jenofonte fue convocado por el persa Ciro el Joven, quien quería destronar a su hermano, el rey Artajerjes II. Para lograr su cometido, Ciro encargó a Jenofonte reunir una buena cantidad de mercenarios griegos, que sumados al ejército de aquél, fueron los famosos Diez Mil.

Mapa que marca el itinerario del ejército de los Diez Mil.
Mapa del itinerario de los Diez Mil

Ciro murió durante el enfrentamiento de los ejércitos. Como consecuencia, el ejército griego tuvo que atravesar un sinnúmero de vicisitudes, en las que Jenofonte mostró todo su arrojo y su inquebrantable espíritu para ayudar a sus soldados a soportar diversos contratiempos y fortalecer su ánimo. Este camino de regreso a través del Imperio Persa duró alrededor de un año y cuatro meses.

Jenofonte nos deja constancia de esta expedición, que sin dudas fue la gran aventura de su juventud, en la Anábasis. Regresó a Atenas hacia finales del 399 a. C., para ponerse al corriente de la suerte que corrió Sócrates, su maestro.

La agitada vida militar de Jenofonte no acabó con la Expedición de los Diez Mil. En el año 394 a. C., Esparta se enfrentó a una coalición de ciudades griegas entre las que estaba Atenas, patria de Jenofonte. Sin embargo, este tomó parte en la batalla por Agesilao, rey de los espartanos. Como consecuencia de esta decisión, Jenofonte fue desterrado de su patria. Al finalizar la guerra, el ateniense fue distinguido por los espartanos con la proxenia, que consistía en honores para un huésped extranjero, y con una finca en Escilunte, donde vivió con su familia y comenzó a escribir su extensa obra.

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Jenofonte, la Abeja ática

Jenofonte, ya en su finca de Escilunte, comenzó a dar forma y final a algunas de sus obras ya comenzadas. Por ejemplo, la Anábasis, que fue terminada más de veinte años después de los hechos que narra. También escribió otra obra llamada Helénicas, que es una continuación de La Guerra del Peloponeso del historiador Tucídides.

Entre estas obras, hay una que destaca por reflejar el ideal de educación, de soberano y de caballero de Jenofonte: la Ciropedia. En este escrito el discípulo de Sócrates, mezclando realidad con ficción, describe los primeros años de Ciro II El Grande, la educación que recibió, cómo destacó entre sus contemporáneos y cómo forjo el Imperio Persa aqueménida. Aquí describe también Jenofonte su ideal de política, equitación, caza y arte militar, los cuales luego plasmó en tratados especializados.

Fotografía de la tapa de la obra completa de Jenofonte en latín. Edición de 1551.
Obra completa de Jenofonte en latín. Edición de 1551

La extensa obra de Jenofonte y su escritura amena y dulce, con gracia y fina ironía, hizo que se ganara el apodo de Abeja ática. Diógenes Laercio, en la obra ya mencionada, dice: «Llámabanlo la Musa ática, por la dulzura de su dicción, y por esto había algunos celos entre él y Platón». Por consiguiente, esto le valió numerosos lectores y admiradores en la Antigüedad.

Jenofonte, precursor de los estoicos

Toda biografía de Jenofonte nos cuenta algo que demuestra la totalidad de su carácter. Mientras realizaba un ritual religioso, la Abeja ática fue notificada de que su hijo Grilo había muerto durante la batalla de Mantinea (362 a. C.). La noticia no perturbó lo más mínimo el ánimo de la Abeja ática, sino que finalizó el ritual con entereza, y, mirando al mensajero, le dijo: «Sabía que lo engendré mortal». Con plena conciencia del lugar que ocupaba en el mundo y de su naturaleza mortal, no en vano este precursor de los estoicos había sido discípulo de Sócrates, aplicando su enseñanza de no perder la compostura cualquiera fuera la circunstancia.

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