Los sofistas, una nueva clase de sabios

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Los sofistas fueron una nueva clase de maestros que hicieron su aparición en la Antigua Grecia en el siglo V a. C. Antes de explicar quiénes fueron es importante destacar el contexto social, político y moral que atravesaba la Hélade en el siglo V a. C. El llamado siglo de Pericles, el siglo de oro de Atenas, estaba perdiendo su brillo por la prolongada guerra del Peloponeso. A esto se sumaba una crisis política y un creciente descreimiento en los valores tradicionales.

Este contexto fue el que hizo posible el surgimiento de los sofistas. «Los sofistas fueron tan necesarios como Sócrates y Platon; tanto que sin ellos, estos no habrían sido posibles», afirma W. Jaeger en su Paideia. Durante mucho tiempo se ha considerado a la sofística de manera negativa, sobre todo por los comentarios que hicieron de ella los filósofos Platón y Aristóteles. Sin embargo, quienes pusieron por primera vez los pilares de la educación occidental fueron nada más ni nada menos que los sofistas, como verás a continuación. En este artículo te invitamos a conocer algunas de las teorías de los dos sofistas más reconocidos: Protágoras y Gorgias.

Los sofistas

La palabra ‘sofista’ en griego significa ‘sabio’. Sin embargo, este nuevo tipo de sabios se diferenciaba de los antiguos filósofos de la naturaleza. En efecto, éstos eran estudiosos solitarios, enfrascados en desentrañar los orígenes del mundo y sus causas. En cambio, los sofistas eran todo lo contrario. Se destacaban en el ágora, la plaza pública, donde dialogaban, debatían y enseñaban.

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La gran novedad, bastante escandalosa para la época, era que los sofistas vendían sus conocimientos a quienes estuvieran interesados en aprender. Pero ¿qué conocimiento ofrecían estos sabios? La enseñanza que ofrecían estaba dirigida no ya a desentrañar los misterios de la physis (naturaleza), sino hacia el hombre. Estos maestros vendían una sabiduría práctica para la vida cívica, entre los que se contaban cursos de retórica, moral, lengua, oratoria y política.

Sin embargo, como dijimos, esto era escandaloso ya que la excelencia y virtud política eran algo que, por tradición, estaba reservadas para los miembros de la aristocracia. A partir de entonces, la educación no estaba solamente al alcance de la clase más alta, sino de cualquier ciudadano que pudiese pagar a los nuevos maestros. La excelencia estaba al alcance de todos.

Los sofistas más destacados

Protágoras de Abdera

Protágoras es el más reconocido de los sofistas. Nació a principios del siglo V a. C., entre 491 y 481. Fue el iniciador del movimiento. Tenía fama de viajar por muchas ciudades, lo que le permitió conocer diversas costumbres. Tal es así que él hizo hincapié en el relativismo de las normas y usos de cada sociedad.

Los sofistas. Protágoras de Abdera

Su principal tesis es que el hombre es la medida de todas las cosas. Para ser exactos, Protágoras decía que «El hombre es la medida de todas las cosas: de las que son, en tanto son, y de las que no son, en tanto no son». Para explicarlo brevemente, usaremos el siguiente ejemplo. Si alguien siente frío y otro siente calor, cada uno estaría en lo cierto. No habría una verdad, sino que el criterio individual es el que prevalece. Esta fue, nada más ni nada menos, que la carta de presentación del relativismo.

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La obra destacada de Protágoras son las llamadas Antilogías. En ella, el sofista sostenía que sobre cada cosa, tema o hecho, se pueden oponer dos posturas o discursos distintos. A través de numerosos ejercicios, se enseñaba a decir y a contradecir, a argumentar y contraargumentar.

Gorgias de Leontinos

«Sicilia dio a luz, en la ciudad de Leontinos, a Gorgias, al cual creemos que debe atribuirse la paternidad del arte oratorio de los sofistas», nos dice Filóstrato en su Vidas de los sofistas. Gorgias era especialista en el arte de la oratoria y sus cursos versaban sobre ella. De hecho, a este sofista se lo conoce como el mago de la palabra.

El mago de la palabra

Gorgias perteneció a una familia de intelectuales de la época (su hermano era médico) y se cree que fue discípulo de Empédocles de Agrigento. El apodo lo tiene bien ganado, ya que él decía: «Lo que no puede curar el médico con medicinas, yo lo curo con palabras». En efecto, en su Encomio de Helena, nos dice: «La palabra es un poderoso soberano que, con un cuerpo pequeñísimo e invisible, puede llevar a cabo obras sumamente divinas. Puede, por ejemplo, acabar con el miedo, desterrar la aflicción, producir la alegría o intensificar la compasión».

Lo que este sabio intentaba demostrar con esa sentencia es que por medio de las palabras las personas pueden ser persuadidas y convencidas. La causa de ello es que la gente está envuelta en opiniones inseguras y, por ese motivo, la palabra de alguien puede tener tanto poder para hacerles cambiar de parecer. Tal es el efecto de los grandes oradores producían y producen para llegar a las almas de sus oyentes y persuadir a quienes no estén de acuerdo con ellos. Por eso mismo, Gorgias decía que «hay que formar oradores capaces».

Sofistas. Gorgias.

Este sofista dominaba la retórica de tal manera que una vez, en el teatro de Atenas, dijo a los presentes: «Pregunten (sobre cualquier tema)». Tal era su habilidad para argumentar que no esquivaba ningún asunto.

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Gorgias, el primer «nihilista» de la historia

La principal tesis de este sofista consistía en que «nada existe». Con el transcurso de los siglos, en un rastreo del origen histórico del nihilismo, se ha señalado a Gorgias como uno de sus principales impulsores, sino el primero. El nacido en Leontinos decía que «Nada existe; y si algo existiera, no sería posible conocerlo; y si fuera posible conocerlo, sería incomunicable».

Las posturas sostenidas por Protágoras y Gorgias son las que combatirían Sócrates y su discípulo, Platón. Posteriormente, también lo haría Aristóteles. Platón sostenía que el ser sí existía y sí se podía conocer, además de la existencia de la verdad. Para este filósofo, el relativismo no tenía cabida: las opiniones eran el grado más bajo en los grados del conocimiento. Sin embargo, discusiones con filósofos aparte, los sofistas pusieron los primeros cimientos de un nuevo método de educación, tal como la conocemos hoy en Occidente. Debemos darles las gracias.

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